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Rachelinlondon

De bocadillos.

De bocadillos.

En los años que viví en casa de mis padres, me tocó hacerle el bocadillo a mi padre un montón de veces. Mi madre, a la mínima de cambio, me endiñaba la tarea a mí.

Y a mí no me importaba. No conseguía entender la repulsión que tenía mi madre a hacer bocadillos. No me parecía nada horroroso. Horroroso era fregar platos, o sacar el polvo. Pero hacer un bocadillo… Pues nada, ella lo odiaba. Que durante su juventud hacía cada noche el suyo, el de su hermana y el de un hermano, que de casada siguió haciéndolos cada noche para ella y mi padre…

Que se había pasado media vida haciéndolos y había acabado hasta el moño, decía.

Joer que razón tenía!!!!

Ahora soy yo la que lo sufro.

El Javi se lleva dos cada mañana, y cada noche, por lo tanto, nos toca a uno o a otro hacerlos. Y cada noche nos pasa igual. Uno de los dos se acuerda, y dice:

-“Oh, que pereza…HAY que hacer los bocadillos”

Donde el HAY viene a significar “a ver si te ofreces y los haces tú, que yo estoy hasta las narices de los bocadillos”.

Y nos pasamos un par de horas rezagando, hasta que al final, cuando ya nos vamos a la cama y no hay más remedio, uno de los dos coge al toro por los cuernos y hace los dichosos bocadillos. Bocadillos que colgamos de la maneta de la puerta, no vaya a ser que después de tanto esfuerzo (a mi me parece un esfuerzo horroroso liarme cada noche con ellos) se queden aquí.

Y eso es, ni más ni menos, ese bulto naranja que cuelga de nuestra puerta.

Lo dicho. Ay!!!!.....Que  razón tenía mi santa madre!!!!!!!!

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