Minusvalía lingüística.
Es la mejor manera que se me ocurre para describir lo que me ocurre en este país.
Me explico.
Yo no tengo problemas de expresión. No los he tenido al menos, que yo recuerde. Puedo sin demasiado temor enfrentarme a una discusión política con mi Javiero, ponerme mala malísima y hacer a mi hermana mearse de la risa con mis comentarios dañinos, pelearme (ay…) con mi madre y decirle cosas tremendas que lamentaré toda la vida, dar consejos y tranquilizar a amigas en momentos romántico-descalabrados y supongo que no he de expresarme tan mal cuando vomito aquí lo que se me pasa por la cabeza y la gente lo lee (y les gusta!!).
No he tenido problemas para expresarme, decía, hasta ahora que me he venido aquí.
No me malinterpretéis, hablo inglés. Tampoco es para tirar cohetes, pero lo hablo. Suficiente para trabajar en un oficina donde no se permite hablar otra cosa que inglés(contando que allí nos juntamos cuatro alemanes, una polaca, una francesa, un suizo, tres indios, yo misma y un puñado de ingleses la medida no me parece mal. Menuda torre de Babel nos montábamos allí si cada uno hablara lo suyo)y sobrevivir ocho horas cada día solo cascando y llamando por teléfono y escribiendo inglés.
El problema viene cuando vamos a comer, cuando voy a tomar una cerveza o cuando me paro a chafardear con la recepcionista ”en inglés”.
Se me va la gracia.
Quiero decir, en mi idioma es fácil hacer bromas de doble sentido, usar palabras como inflación, políglota o usar refranes y frases hechas.
Pero aquí, me encuentro a veces en conversaciones en las que mi cabeza piensa una respuesta ingeniosa y mi lengua se niega a decirla. Algo pasa entre el proceso de pensarlo y decirlo que se escoña la frase que quiero decir y se me queda ahí, entre las palas.
Y me toca las narices. No sabéis cómo. La gente a la que no conozco normalmente imagino que me ve mujer, joven, rubia y tetona(mala combinación pa que te tomen en serio. Mala, mala) y da por supuesto que no soy muy espabilada. Este prejuicio normalmente suele acabarse si digo algo ingenioso , si el/la (no sé pa que pongo “la”, si siempre son los “el”del mundo los de los prejuicios, pero bueno…) descubre que sé cosas como dónde está Zanzíbar o cual es la capital de Liechtenstein(para quien quiera saberlo, Valduz)o si le gano al trivial. Aquí no tengo esa opción. Aquí a veces he de callarme y no opinar sobre un tema, simplemente, porque no sé cómo se dice según qué palabra o por que la frase hecha que viene al pelo en tal situación no tiene traducción ni sentido en inglés.
Y, cabreo e impotencia aparte, me pregunto yo:¿Habrá algún gobierno(me vale tanto el del país en el que nací como el del que vivo ahora,no soy delicada)que me dé una paga por mi minusvalía que, lo sé, es pequeña, pero minusvalía al fin y al cabo?
0 comentarios