Últimamente,os he comentado de mi tía Trini.
Mi madre dice que me paso con ella.
Que si lee mi blog, o alguien se lo comenta, se puede ofender y enfadar conmigo. Que frases como “¿Y a ti que coño te importa? “Son ofensivas.
Pues no me importa.
Pero creo que es necesario hacer una aclaración aquí. Que no rectificación, eh? No borraría nada de lo escrito, ni me arrepiento de nada.
Esta es la historia mía y de mi tía Trini:
Mi tía Trini tiene 7 años más que yo. 5 más que mi hermana. Podríamos perfectamente ser hermanas las tres. Estamos casi en la misma generación. Y mi hermana y ella se llevaban bien cuando éramos pequeñas. Mi hermana y yo nos nos parecemos en nada, mucho menos en carácter. Ellas dos sí se parecen, y siempre se han llevado bien. Así que pasé muchos días en casa de mi abuela, jugando con mi tía y mi hermana, sintiéndome totalmente incomprendida. Nunca le vi la gracia a bajar a la calle a jugar con las amigas de mi tía (yo era y soy casera, y además me daba vergüenza.). Mi hermana, a día de hoy, todavía sabe quien eran y como se llamaban las amigas de mi tía. Yo, no. Y tampoco entendía la pasión que mi hermana tenía con quedarse a dormir en casa de mi abuela. Pasión que me obligaba a mí a dormir allí también. Y aunque era divertido (en casa de mi abuela vivían unos 6 tíos míos, los abuelos y nosotras. Con tanta gente, siempre había risas y anécdotas) yo prefería estar con mi madre en casa. Echaba de menos mis cosas. Así quede pequeña mi tía Trini representaba para mí quedarme a la fuerza en casa de mi abuela, y que la Lauri y ella se rieran de mí y mi manera de ser. Toda la vida las he oído decir”Ay,Raquel,hija,que fina eres…” como si fuera algo malo.
Cuando fuimos algo más mayores dejamos de dormir en casa de la abuela, pero yo seguí siendo “fina”.
Ser “fina” consistía en no ir vestida como mi hermana, que primero fue Heavy y luego New Age. Mi tía y mi hermana me llamaban pija aparte de fina, y no parecían darse cuenta que me molestaba.
Empecé a no ir mucho por casa de mi abuela.
Mi tía Trini se echó novio no sé a que edad, pero muy joven. Se casó con 20 años. De Blanco, por la iglesia, viaje de novios…el lote completo. Al poco tiempo tuvo una hija. Lleva una vida clásica, que parece que le va muy bien, de la cual yo me alegro, aunque no comparta el interés por la vida en estado clásico, y de la cual Nunca Jamás he opinado.
Más o menos dos años después de casarse ella, a mis 15 años empezaron mis problemas con ella.
Por lo visto, ella opinaba que yo debía tener novio. También, debía contárselo a todo el mundo, ya que parecía ser que era algo bueno tener novio, y malo el carecer de él.
Yo soy de naturaleza reservada, y no me gusta contar mis cosas íntimas. Vuelvo a decir que sí, que escribo un blog contando mi vida, pero que las cosas íntimas no las cuento. A lo mejor algo que cuento aquí a alguien le parece íntimo. Pero la opinión que prevalece sobre la intimidad de lo contado es mía.
Total, que mi tía aprovechaba cada ocasión que nos encontrábamos para preguntarme si tenía novio o no. Y yo le iba diciendo que no era cosa suya, me hacía la loca...Iba esquivando el tema como podía. No por avergonzarme de nada. Por que consideré, y considero, que a nadie le importaba. Y por no darle una mala contestación.
Con los años, la cosa no hizo más que empeorar.
Yo cumplía años, pasaba ya de los 20, (edad en la que ella se casó, recordemos), y ni vistas de novio. Ni vistas para ella, al menos. Por esa época yo tuve un novio, con el que estuve saliendo 1 año y algunos meses antes de darme cuenta que su visión clásica del mundo (casada en un futuro no muy lejano, con niños, no tengas amigos, salimos en pareja, los chicos con los chicos, las chicas con las chicas, por qué no te dejas el pelo largo, ven a conocer a mis padres…) no tenía nada que ver conmigo, y así no íbamos a ningún lado. Que fuera lo mejor, dadas las circunstancias, no significa que no me doliera. A veces pensaba que por qué tenía yo que ser tan rara, y no podía conformarme con una vida clásica, como parecía hacer todo el mundo. Con lo que cada comentario de mi tía sobre si tenía novio o no, sobre que tenía que sentar la cabeza...Era una puñalada directa al corazón. Esto ella no lo podía saber, claro. Pero es que esa es la cuestión: no hay que preguntar cosas íntimas, que no se sabe qué pasa por la cabeza y/o la vida del preguntado. Para que os hagáis una idea de lo celosa que soy de mi intimidad en esos casos, ese chico ni siquiera llegó a conocer a mis padres, a pesar del año y medio saliendo. De hecho, mi padre no sabe ni de su existencia.
Años más tarde, mi hermana se echó novio, se casó…y pasé a ser un bicho raro.
Mi hermana tenía 24 años. Yo, con 22, no quería ni oír hablar del tema.
Disponía de independencia económica, acababa de comprarme un coche, salía y entraba sin dar explicaciones, empecé a viajar con amigas, salía muchísimo, leía muchísimo (libros feministas que me apoyaban en mi teoría de que estar sola no es “malo”). Vivía la vida como me daba la gana. Tener alguien a mi lado, no era más que un problema tras otro. Así que decidí, repito DECIDÍ, yo solita, que prefería estar sola.
Pero a mi tía no le entraba en la cabeza que yo, por voluntad propia, decidiera no tener novio. Y me preguntaba continuamente si “aún” no tienes novio, para consolarme luego con un “no te preocupes”. Yo no estaba preocupada, y pensé en decírselo, pero me callaba.
Tomé la decisión de ir a ver a mi abuela entre semana, cuando no hubiera nadie más, para evitar confrontaciones.Téngase en cuenta que yo tenía 22 o 23 años, llevaba soportando preguntas desde los 15, y nunca le di una mala contestación a mi tía. Ni una sola vez. Me aguanté y callé mil veces.
A los 25, me fui de casa. Me alquilé un apartamento a 100 kilómetros de mis padres, en la playa. NECESITABA estar sola. ME GUSTABA estar sola. Al año siguiente, mi hermana tuvo su primer hijo.
Pasé de ser un bicho raro a alguien que realmente tenía un problema.
Apenas veía a la familia, pero cada Nochebuena, cada reunión familiar, allí estaba ella, dispuesta a preguntar. Le dije un par de veces que no me preocupaba tener novio o no, y a su respuesta que “eso es que “aún “no tienes”, callé directamente, en lugar de explicarle que sí, que antes de irme de casa tuve un novio que me enredó con lo de ser pareja por dos años y medio, novio que evidentemente tampoco presenté a mis padres, mucho menos a tíos y abuelos, y que a raíz de eso seguía pensando que no, que me gustaba más estar sola. Si llegaba alguien estupendísimo, a lo mejor, pero no me agobiaba el tema como a ella. Pero no me creyó.
Así que buscó sus conclusiones. Ella y gran parte de la familia. Y llegaron a una en concreto: a ver si la niña va a ser bollera.
Las preguntas de si tienes novio fueron entonces acompañadas de un muy poco sutil:“¿Pero has tenido algún noviete, no?”
Que traducido significa que si te gustan los hombres o es que eres lesbiana.
A mí me vais a perdonar, pero que alguien te pregunte por tu opción sexual tan directamente…me parece de mala educación. Aún así, no le contestaba a mi tía. Mi madre me daba la vara continuamente con lo de que hay que ser educado, que es familia…y yo me ponía verde de rabia e impotencia. Sí, es familia. Y sí, hay que ser educado. Pero, ¿Y si me faltan al respeto? ¿He de ser entonces también educada? ¿Con alguien que no demuestra ni respeto por mí ni educación? Pues se ve que sí.
Así las cosas, llegué a los 28.
Y conocí a mi Javiero. Justo en el viaje que me hice para ver qué tal era eso de viajar sola, ya que había decidido pasar mi vida así, y viajar sola era un tema que me preocupaba.
Vino a casa de mis padres cuando ya habíamos decidido que me iba a Londres. Uno o dos meses antes de irme. Luego, vino otro fin de semana, para hacer juntos el viaje a Londres. Yo tenía 29.
No necesito un noviazgo de años, ni me gusta la idea de ver pelis en casa de mis padres los fines de semana. Ni la obligación de cenar en casa de mis padres o los novios de este varias veces a la semana. Mi novio y mis padres se conocerán cuando se tengan que conocer, ni antes ni después. Siempre bromeé con que les presentaría a mis padres a quien hubiera elegido la noche antes de irme de casa con él. No fue la noche de antes, pero casi.
Mi familia, tía Trini incluida, salvo alguna excepción, lo han conocido este enero, a los casi dos años de vivir juntos. Y lo han conocido de casualidad. Si no se hubieran dado un cúmulo de casualidades, no sé cuando se hubieran conocido. De la familia de mi madre, que también tuvo su momento “¿Eres lesbiana, guapa?”, aún no conoce a nadie.
Ya lo he dicho, soy reservada en este tema. Y no me enorgullezco particularmente de haber encontrado a alguien, igual que en su día no me avergoncé por ello.
Explicado esto, creo que cualquiera puede entender que para cuando vi a mi tía y me preguntó lo de “¿Pa cuando los niños?” yo estaba ya un poco hartita de preguntas indiscretas. Pa no estarlo. Y no estoy dispuesta a pasar otro montón de años con lo mismo.
Que, aunque suene raro después de todo lo que acabo de poner, que nadie se equivoque: yo quiero mucho a mi tía Trini. Me he criado con ella, y muchos de mis recuerdos no existirían sin ella, es parte de mi vida. Le tengo cariño y me cae bien. Me río con ella, con su manera de hablar, con su manera de bailar…amén de que he agradecerle que se portara como se portó cuando mi padre estuvo en el hospital. Si no fuera por esa manía suya de preguntar cosas íntimas, y de creer que todos deberíamos llevar una vida como la suya, sería una tía estupenda.
En lo que a hijos se refiere,no sé si quiero tener o no. Una mañana me levanto pensando en una gran familia, con dos o tres niños, un perro y un gato…y la siguiente me da tanto miedo la maternidad que me esterilizaría de inmediato. Soy una persona egoísta e inmadura, y me asusta madurar y los cambios que ello conlleva. Así que tener a mi tía agobiándome con que se me pasa el arroz, no me ayuda en nada. Por lo que no soportaré más de lo mismo.
Si he de ser impertinente, lo seré.
Aunque mi madre se enfade conmigo.